PARIS, (AFP) - Desliz
verborrágico o lapsus calculado, la confesión del primer
ministro israelí Ehud Olmert,
cuando sugirió que su país poseía la bomba atómica, constituyó
un acontecimiento político de primera magnitud para Oriente
Medio, una región que se encuentra en plena escalada nuclear.
Es difícil imaginar que
Olmert,
un político con más de 30 años de carrera parlamentaria y
gubernamental, haya dejado escapar un secreto de Estado por
inadvertencia. Es más verosímil pensar que se trató de una
clara advertencia dirigida a Irán en un momento
particularmente simbólico.
Olmert deslizó su frase en momentos en que Teherán reunía una
conferencia revisionista sobre el Holocausto, destinada -en la
práctica- a cuestionar la veracidad del exterminio de 6
millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Por otra parte, el
gobierno de Jerusalén no oculta su inquietud frente a la
aceleración del programa nuclear iraní, que puede ser
utilizado a mediano plazo con fines militares.
En ese contexto las
declaraciones de Olmert reflejaron la exasperación de su país frente a los reiterados
mensajes del presidente Mahmud Ahmadinejad, llamando a "borrar
a Israel del mapa".
"Nunca amenazamos con
aniquilar un país. Irán amenaza abierta, explícita y
públicamente con borrar a Israel del mapa. ¿Se puede decir que
se trata del mismo nivel de amenaza, cuando ellos (los
iraníes) aspiran a tener armas nucleares, como Francia,
Estados Unidos, Rusia e Israel?", dijo.
Con esa frase, Olmert rompió un tabú sobre la ambigüedad que mantiene Israel cuando
habla de su potencia nuclear.
Los dirigentes se
limitaban a decir que Israel "no será el primer país que
introducirá la bomba atómica en la región".
Dos prestigiosos
investigadores del tema, Avner Cohen ("Israel y la bomba") y
Mohamed ABdel Azim
("Israel y la bomba atómica") confirman que Israel accedió al
arma atómica en los años 60, gracias a un programa
desarrollado por iniciativa de Shimon Peres, actual viceprimer
ministro del gobierno.
Siempre se dijo que
Peres, considerado como el "padre de la bomba atómica
israelí", convenció a Francia para que ayudara a Israel a
dotarse de capacidad nuclear.
Al ser informado de ese
acuerdo, Estados Unidos se comprometió a no entorpecer esa
política mientras Israel no reconociera públicamente su
posesión del arma atómica, según los investigadores.
En un libro que acaba de
salir recientemente en París ("Asuntos atómicos"), Dominique
Laurentz enuncia una teoría más audaz al sostener que en los
años 50 Estados Unidos aceptó el "acoplamiento de los
programas nucleares israelí y francés. Israel aportaba el
conocimiento y la tecnología, y Francia la infrastructura
industrial. Así pudieron desarrollar sus bombas en forma
paralela".
"Contrariamente a la
leyenda -afirma Laurentz-, se puede decir que fué Israel quien
proveyó la bomba a Francia y no a la inversa".
Los institutos europeos
de estrategia no tienen dudas, desde hace años, sobre la
capacidad nuclear israelí, aunque durante mucho tiempo
disintieron sobre las dimensiones de su arsenal nuclear.
Esas dudas se disparon
en 1986 cuando el ex técnico nuclear Mordejai Vanunu reveló al
diario británico The Sunday Times que la central nuclear de
Dimona había producido unas 200 ojivas nucleares, que podían
equipar misiles de largo radio de acción o capaces de ser
disparados desde aviones.
Cuando se publicó esa
información, el "soplón atómico" fué secuestrado por los
servicios secretos israelíes (Mosad), juzgado en secreto y
sentenciado a 18 años de cárcel. Salió en libertad el 21 de
abril de 2004.
"No hay nada nuevo en
las declaraciones de Olmert",
sostuvo Vanunu la semana pasada al conocer los comentarios del
primer ministro.
Esa frase fué
interpretada como una confirmación del secreto a voces que
todo el mundo conoce y del cual no se habla.
EEM